Soy Juan Dual, también conocido como Dualcillo, soy ciudadano de Valencia y, tras el desastre vivido por todos y todas el 29 de octubre de 2024, no podía quedarme quieto en casa.
Vivo a tres kilómetros, en línea recta, de zonas que han quedado completamente arrasadas por una riada que nadie entiende y que dejará una huella permanente en nuestra sociedad.
Para una persona que está entrenada para hacer ultratrail y ciclismo de ultradistancia con su gravel, 3 kilómetros en bicicleta son un abrir y cerrar de ojos. Por eso no podía quedarme quieto en casa cuando sabía que había gente que lo había perdido todo.
Un mensaje de WhatsApp a mi pareja y a mis colegas ponía en sobreaviso de lo que estaba por llegar para mí y, por suerte, para muchas familias: me pillo la bici, la mochila de expedición de 70 litros y me voy a Paiporta a repartir bocadillos. No sufráis por mí, que conocéis perfectamente mi experiencia en bicicleta y en situaciones muy complejas.
Paso a la acción
Dicho y hecho. Pasé por el supermercado más cercano a casa, cargué hasta los topes la mochila, revisé neumáticos y me fui a la zona cero con provisiones para mí, batería externa, luces y mi ciclocomputador GPS COROS DURA porque sabía que me tocaría inventar un montón de rutas y no sabía a qué hora regresaría a casa.
Llegué a Paiporta, localidad que estaba completamente arrasada y me crucé con miradas perdidas que buscaban consuelo, respuesta y entender algo que no era posible de entender. Porque aún no somos capaces de dimensionar lo que ha pasado y ya hace semanas de esto.
La primera reacción al ver a un tipo flaco en bici cargado de víveres fue de incredulidad. De rechazo, incluso. Y es que la bici siempre termina viéndose como un elemento hippy y de poca credibilidad en cuanto a transporte se refiere. Cogieron mis bocatas, los repartieron entre la gente y me invitaron amablemente a salir de allí porque molestaba.
Se enteran por la redes
Tengo muchos seguidores y seguidoras e hice unas stories contando lo que estaba haciendo. Acto seguido se empezó a obrar la magia. Me leyó Silvia de Todo Bici Valencia y me preguntó si se podía acceder a las zonas en bicicleta para llevar víveres, le acababan de descargar en el local una furgoneta cargada de material de primera necesidad pero no sabía cómo hacer la logística para trasladarla. Se imaginaba que estaría todo colapsado de coches. Y no le faltaba razón.
“Silvia, no es que se pueda ir en bici. Es que se tiene que ir en bici le respondí. Estaba todo colapsado de gente intentando llegar, vehículos de emergencia, el desastre absoluto en las calles. La manera eficiente y eficaz de hacer llegar víveres no era caminando: ¡era en bici!”
Organizamos un punto de distribución logística en la plaza del Espai Rambleta, a apenas 10 kilómetros del punto más lejano afectado en el área sur de la ciudad de Valencia y empezamos a hacer viajes en bici. En el primer momento éramos unas 15 o 20 bicis pero hicimos un llamamiento por RRSS y al día siguiente éramos casi 100 bicis de todo tipo: con carritos, bicicletas cargo, gente con sus alforjas o con mochilas grandes.
Y empezamos a hacer viajes como si nos fuera la vida en ello porque a la gente afectada sí les iba la vida en ello.
No eramos una molestia, sino una gran ayuda
Una de las actividades de Dualcillo
En cada viaje la policía y demás cuerpos de seguridad del Estado entendía que no molestábamos si no todo lo contrario: hacíamos nuestro trabajo de trasladar muchísimos kilos de ayuda humanitaria en unos 30 minutos de media yendo por los arcenes de unas carreteras que veían cómo el tráfico no avanzaba y entorpecía al máximo el paso de bomberos, militares, ambulancias, etc.
Nos adaptamos a las necesidades de la gente afectada y es que las cosas varían mucho en catástrofes. Al principio la urgencia es contar con comida, lo que sea y agua potable. Eso fue lo que llevábamos en nuestras cargas. Luego pasamos a lejía, alimentos frescos, productos de limpieza e higiene personal, limpiadoras a presión e incluso ¡chocolates!
La emergencia iba rebajando su intensidad y con ella teníamos que pensar en cómo seguir dando soporte a la gente porque ya éramos conscientes de un dato abrumador: se habían perdido más de 100.000 coches, no existían ya las líneas de metro ni de Cercanías. ¿Cómo iría la gente a estudiar, al cine o a trabajar? ¡No queda otra que la bicicleta!
“Y aquí es donde empieza la segunda fase del apoyo a las personas afectadas por la DANA: conseguir donaciones de bicicletas para las personas afectadas. Donaciones que están siendo canalizadas a través de la Fundación Alberto Contador y entregadas por Do You Bike, Vuelta de Tuerca, Todo Bici Valencia, Ciclosfera y yo mismo.”
La vida en bici no es fácil. Pero sí que te facilita la vida.
Llegas donde nadie llega con una gran carga de volumen de forma relativamente rápida y sin resultar molesto para nadie.
Con una bicicleta puedes sonreír, dar las gracias, decir buenos días o buenas tardes e, incluso, dar un abrazo si es necesario.
Esto no puedes hacerlo desde en un coche y marca la diferencia en momentos de crisis y gravedad.
Escribo este texto dos semanas más tarde, con más de 700 kilómetros en las piernas, haciendo trayectos de no más de 10 kilómetros por viaje en innumerables ocasiones, y recibiendo miradas de agradecimiento y esperanza.
Y hay una cosa que esta experiencia de apoyo y soporte en bicicleta me ha permitido entender: haber estado a punto de morir tres veces en mi lucha contra el cáncer. No tener estómago, colon, recto ni vesícula biliar y hacer deporte de ultra distancia era un entrenamiento mental y físico para poder dar lo mejor de mí en situaciones críticas como la que hemos vivido en Valencia y que viviremos durante meses.
Parte de sus actividades
Postdata: y finalizó con su amada Maratón de Valencia
¡Y tanto que saldremos más fuertes de todo lo que hemos vivido y estamos viviendo!
Para muestra, lo que hemos sentido en la Maratón de Valencia del pasado 1 de diciembre. Porque ha sido una montaña rusa de emociones. Qué manera de volcarse, las calles de la ciudad y la gente en general para mostrar su apoyo a las zonas afectadas con una carrera que nos ha puesto a todos los pelos de punta.
Esto es algo que no os he contado. Yo estaba preparando la Maratón de Valencia, iba a lucir orgulloso los colores del diseño especial del Coros Pace 3 Valencia Edition y PUM: DANA.
En el mes clave previo a una carrera tan seria e importante, no pude dedicarme a entrenar por razones obvias: había que estar donde había que estar. Estaba ayudando a la gente afectada.
Pero también tuve claro, tan pronto como se confirmó que la carrera se celebraría, que había que correr, como fuera, para rendir homenaje a tantas familias y colegas que querrían estar, pero no iban a poder.
¡Y así ha sido! He caminado, he trotado, he corrido y, sobre todo, he llorado. Muchísimo.
Porque el mes que acabo de cerrar ha sido terrible. El mes más duro de mi vida. Sí, incluso más duro que todas las cirugías y experiencias cercanas a la muerte que he tenido que vivir a lo largo de mi vida.
Gracias, Valencia, por empujarnos siempre a renacer de nuestras cenizas, como se vive cada año en las Fallas.
Desde COROS queremos dar las gracias a Juan por dejarnos contar su historia.
¡AMUNT VALÈNCIA!
*Fotos cortesía de @generandoimagen y de Juan Dual