Charlie Sweeney empieza el día con un café solo, un desayuno rápido y un rato de tranquilidad antes de salir a correr. Recorre entre veinte y veintiséis kilómetros por las tranquilas carreteras de Boulder antes de que la mayoría de la gente empiece a ir al trabajo. Mientras otros corredores profesionales se recuperan, estiran o descansan, él se pone directamente a trabajar a jornada completa. Interactúa con atletas, responde a la comunidad, prueba nuevo hardware y mucho más.
A medida que la tarde se desvanece y el trabajo comienza a terminar, en lugar de ir al sofá y dar por terminada la jornada, vuelve al modo entrenamiento y sale a correr por segunda vez. Y varias veces a la semana, incluso encuentra tiempo para hacer sesiones de fuerza. Cena, desconexión, sueño, y vuelta a empezar.
Más de 217 kilómetros a la semana. Más de 40 horas de trabajo. Y ahora, un puesto en la categoría profesional del maratón de Boston.
El acto de equilibrio
Charlie nunca pensó en ser maratoniano profesional y trabajar a tiempo completo como miembro del equipo de marketing global de COROS. Cuando se graduó en la universidad, correr ni siquiera era una prioridad para él. En cambio, se enfocó en desarrollar su carrera en marketing deportivo en COROS, una empresa que admiraba en un campo que le apasionaba.
Este resumen minimiza sus logros como corredor, claro. En su primera carrera después de la universidad, quedó a treinta segundos del tiempo de clasificación para las pruebas olímpicas de Estados Unidos en la media maratón. Su debut en el maratón CIM fue de 2:13, cinco minutos por debajo del tiempo de clasificación y lo suficientemente bueno como para quedar tercero en la clasificación general.
La mayoría de sus compañeros de trabajo ni siquiera lo sabían, y él prefería que siguiera así.
«No quería excusas», dice. «No quería que nadie pensara que no me importaba mi trabajo».
Un mes después, lo ascendieron. Esa misma semana, se presentó a las pruebas de selección para los Juegos Olímpicos de Estados Unidos en Orlando. Fue el momento en el que supo que podía hacer las dos cosas.
Sin atajos.
Muchos kilómetros. Mucha carga de trabajo. Sin perder el tiempo.
«Cuando corro, estoy concentrado. Cuando trabajo, estoy concentrado», dice Sweeney. La compartimentación lo es todo, al igual que el sacrificio. Así que nada de navegar sin sentido por las redes sociales, nada de brunch después de correr, nada de trasnochar.
La estructura lo mantiene alerta y su trabajo en COROS le da equilibrio. El entrenamiento de Charlie lo mantiene disciplinado. Uno alimenta al otro.
«La gente da por sentado que si tienes un trabajo, no estás tan comprometido con el running», afirma. «Pero he visto a muchos corredores ir y venir, luchando por compaginarlo todo. Aunque tuviera un patrocinador, no dejaría mi trabajo. COROS me ayuda a mantener el análisis y me proporciona equilibrio fuera del deporte. Evita que el running se convierta en toda mi identidad».
El momento de Boston
Para Charlie Sweeney, llegar a la categoría profesional en Boston no es solo una carrera. Es demostrar lo que se puede lograr.
Con raíces familiares en Boston, Charlie lleva años diciendo que algún día correría el maratón, aunque fuera a los ochenta años. Ahora, estará en la línea de salida profesional, codo con codo con los mejores del mundo.
Pero su camino hasta Hopkinton no se parece en nada al de ellos. Su entrenamiento lo ha hecho antes del amanecer, después del trabajo y durante la hora del almuerzo. Su recuperación no era su prioridad número uno, porque tiene otras responsabilidades.
Pero cuando suene el pistoletazo de salida, sabrá una cosa con certeza: nadie más en la línea de salida ha tenido que pedir permiso en el trabajo para participar en el Maratón del Lunes.
«Sé el esfuerzo que he dedicado», afirma. «Sé que el tipo que tengo al lado no ha tenido que levantarse antes del amanecer, entrenar, trabajar todo el día y volver a entrenar. Me he ganado cada parte de esto».
No se trata solo de correr rápido. Se trata de construir algo más grande que el resultado de una carrera. Una carrera profesional. Una pasión. Una vida en la que nunca ha tenido que elegir un camino.